Machi de Marimarí
Veíanla andar por la ribera los otros indios pampas, y mirábanla como a un presagio por su nombre, considerándola su Huaca (tesoro escondido).
Ella era dichosa sonriendo a todos, juntando flores para las desposadas, enseñando a los niños a pescar. Los bravos guerreros, antes de salir hacia el Picún (Norte) de cacería, venían a verla fieles a su creencia de que ella era Machi (hechicera) del Marimari (Buen Día). Saludarla antes de marchar traíales muy buena caza.
Cierta vez, mientras vagaba por la agreste orilla del arroyo llena de flores silvestres, Marimari vió a un desconocido. Algo más alto que los de su tribu, tan moreno que desde su piel parecía asomar el sol del Picún (Norte). Su aguileña nariz y sus pobladas cejas, le daban un aspecto bravío.
Un cuero atado a la cintura servíale de única vestimenta, fuerte y musculoso se veía en su semidesnudez. Portaba un arco, flecha y atada a la cintura un par de boleadoras... sin duda era un charrá-timbú o quizás un toba. Del norte habían venido tribus, de muy al norte. Una se había establecido cerca, decía su padre. Se acercó... sus ojos glaucos se perdieron en la cabellera morena. Se llamaba Caire el desconocido que amaba.
En un atardecer después de muchos soles, Caire decidió regresar con los suyos y Marimari seguirlo. Su tribu pampa le negó permiso, ella era la Huaca y no podía dejarlos. Fiel a su costumbre obedeció. Con tristeza vió marchar al guerrero que no comprendía sus costumbres tribales de firme obediencia.
Llegó la noche de ese día, y varias lunas más. La bella india no soportando la angustia de la separación, recostábase sobre una piedra, en el arroyo... dejando mojar su cabellera que caía en cascada ondulante, flotanto en el agua. Allí en la ribera, donde lo viera por primera vez, soñaba con Carie.
Guenechen (El Dios Bueno), apiadándose de esa joven llevó su alma a tocar el cielo.
A partir de ese día, en ese lugar se formó una caída en forma de Rayi (cascada), para que los indios no olvidaran nunca su egoísmo. Así nació el Salto de Agua y cuenta la leyenda que aún es Machi de Marimari (hechicera de los buenos días) el lugar, para quienes mojen sus manos en la Rayi que formó su cabellera.
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