La leyenda de Alegorí
La leyenda de este manantial, se pierde en las noches de los siglos.
En estos campos vírgenes los pájaros y los hombres eran felices, pues su libertad no tenía otro límite que el del ancho horizonte.
En la margen izquierda del rio, habitaba la tribu del buen Cacique Mainqué, cuya hija Alegorí, era hermosa como la plateada luna y en sus ojos brillantes se habían refugiado dos estrellas.
Un atardecer, hallándose Alegorí en las barrancas, se apareció un joven indio jinete de un caballo negro, que sin decir palabra se acercó a ella. El desconocido tenía en su caminar la elasticidad del jaguar y en todo su cuerpo la fortaleza de los vendavales.
Las dos estrellas de los ojos de Alegorí empalidecieron ante la mirada fija del jinete desconocido. El se acercó, y a tiempo que la noche caía, en el silencio de los campos, se escuchó un suspiro, un beso...y un juramento de amor.
Después...
Pasaron cien atardeceres y Alegorí acudió en vano a las barrancas del río, el joven indio, con su cabello negro, no volvió jamás por aquellas riberas.
La palidez de luna del rostro de Alegorí, se tornaba del color del lirio.
Por fin, una noche, sus oídos escucharon un canto lejano y el galopar de un potro. Los ojos de la india se llenaron de vida. Pero el canto y el galope se perdieron en la noche oscura.
Quebrada su alma, Alegorí derramó un torrente de lágrimas, tan candentes, que horadaron la piedra en que se apoyaba su hermosa cabeza.
Allá lejos, la luna encendida en sangre, se hundía en un barranco, y Alegorí, desfallecida, se dejó caer en las aguas transparentes del río.
Y es fama que de entonces a ahora, enamorados que beben el agua del manantial de la margen izquierda del Río Salto, y que es el agua que lloraron los ojos de Alegorí, gustan en sus labios un elixir de amor, de ese amor, de ese amor que le fue negado a la hermosa india de la leyenda.
El señor Juan Pedro Ruiz fue un periodista lugareño, de una pluma ágil, de buena redacción, con una visión clarísima de lo que es el periodismo, tanto por elección de los distintos temas como por su planteamiento, donde exhibe una riqueza de recursos, por todo ello se revela que Juan Pedro Ruíz cumplió con creces sus sueño de aprender a escribir y de llegar a ser periodista.
Fue director propietario de las siguientes publicaciones de Salto: "Mundo Salteño", revista de 1915, de los periódicos "Tribuna", "Acción Radical", "La Palabra" y "El Comercio", colaborando con otros medios periodísticos como por ejemplo el Anuario de Salto, publicado por el señor Marcelo Ochando.
Fue el creador de la Leyenda del Manantial en un concurso efectuado por la Municipalidad donde compitió con otro gran poeta de Salto el señor Nicolás Corzo.
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