CUSA |Un sueño se transforma en realidad|Historias del futbol de Salto

Que el Centro Universitario de Salto Argentino se convirtiera en un club de fútbol y participara en la liga de fútbol de Salto, parecía sólo un sueño de un grupo de estudiantes residentes en La Plata. Sin embargo con mucho esfuerzo, imaginación y sacrificio el sueño se transformó en una realidad que hoy lleva casi 40 años.




Así lo cuenta Adolfo Ricardo Adrados, ex jugador y presidente en la revista publicada por el CUSA en el año 1996.

“Los años ’70, ’71 y ’72 fueron los de mayor afluencia de estudiantes saltenses en La Plata, fue la horneada de Adalberto Ceriotti, Ego Sgorbini, Hugo Castagno, Yoni Cianciarullo, Carlos y Julio Cilia, Néstor Lembo, los Maislin, los Etchebehere, yo...
En La Plata existía una Liga compuesta por los Centros de Estudiantes, donde se practicaban un montón de deportes: fútbol, paleta, vóley, atletismo, básquet...
El CUSA ya existía, por supuesto, pero nunca había participado en esta liga. Con la llegada de los que nombré anteriormente y otros, que se escapan de mi memoria, donde había muchos que practicaban algún deporte, enseguida se decidió participar en todas las actividades posibles, principalmente en fútbol, ya que varios habíamos jugados y otros estaban jugando en clubes de Salto.
Se armó un equipo interesante, que muy pronto empezó a cosechar buenos resultados, en el ’74 llegamos a la final con Junín.
Entre los buenos resultados y la cercanía de la graduación de algunos de nosotros, surgió la atrevida idea de armar un equipo para jugar en el campeonato de Salto, y además, mantenernos unidos.
Principalmente el “Gallo” (Ceriotti) y “Ego” (Sgorbini) fueron los que hicieron más fuerza para darle cuerpo a la idea. . .En una asamblea que se realizó en el Club Náutico, a fines del ’75, se decidió, (no por unanimidad, porque yo fui uno de los que votó en contra) venir a jugar a Salto.
El momento que vivía el CUSA en La Plata no era el mejor, todo lo contrario: 1975 y 1976 fueron los años de la guerrilla y la dictadura que produjeron el temor lógico en los padres de los chicos que terminaban la secundaria, y la cantidad de nuevos universitarios se redujo a un veinte por ciento. Algunos de los que estaban allá decidieron volverse, y todos percibíamos el miedo de nuestros familiares. Fue la etapa más crítica del CUSA, donde, más que nunca se pudo desintegrar.
El comienzo no iba a ser fácil, habría que competir con equipos realmente poderosos, como lo fueron siempre Sports, Defensores y Compañía, más los otros clubes que llevaban mucho tiempo trabajando. Además no teníamos personería jurídica (indispensable para el fútbol), ni cancha, ni camisetas...
Era fundamental contar con el apoyo de los clubes que tenían fichados a los integrantes del CUSA y comprometernos a ponernos bien físicamente. Si bien los más viejos andábamos por los 25 años, la mayoría arrastraba un largo tiempo fuera de los entrenamientos regulares, y esa era nuestra mayor preocupación. No era cuestión de, por sacarnos las ganas, hacer un papelón todos los domingos.
Casi no tuvimos problemas con los clubes por la cesión de los jugadores, pero tuvimos que comprar los pases del “Gallo” Ceriotti a Compañía y de Miguel Cagnone a Defensores (aunque parezca mentira).
En enero del ’76 y con la orientación de Hugo Castagno empezó la pre-temporada en el mismo Club Náutico, que nos prestó las instalaciones. Fue durísima: todas las tardes a correr, a subir y bajar escaleras, a hacer abdominales, que nos dejaban doblados por una semana. Algunos era la primera vez que se sometían a ese trabajo, pero se logró una aceptable preparación con la enorme voluntad de todos.
Enseguida se sumaron los padres de algunos chicos a colaborar como los Cilia, Lembo, el “Mono” Flores que fue un fenómeno, y también jugadores de otras ciudades que conocíamos de La Plata, como el “Piojo” Garbe y “Lalo” Oroz.
La panadería del padre de Hugo Castagno en la calle Mitre fue el primer lugar de reunión después de los partidos. . .Empezaban a hacer el pan y nosotros andábamos molestando; hasta que alquilamos una casa en la esquina de Profesor Montes y Avenida España que pasó a ser nuestra sede.
Todo lo hacíamos a pulmón: desde venirnos a dedo de La Plata a comprarnos cada uno su par de botines. El sacrificio realmente fue grande, había que tener muchas ganas de venir a jugar y el lunes a primera hora estar en el lugar de trabajo o estudiando. . .pero lo hacíamos con gusto, a pesar de que la mayoría de las veces los resultados no acompañaban.
Recuerdo que el primer partido amistoso fue contra Compañía: 4 a 4 ¡Nunca más volvimos a jugar como ese día! Enfrentar a aquellos equipos era casi una falta de respeto. Pero el primer paso estaba dado...”