"El Gringo"

INTRODUCIÓN

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María Teresa Superno

Allá por 1940, Don Cosme, gringo solterón y buenmozo, arrendaba una chacra en las inmediaciones de un poblado rural. Dedicándose al cultivo de maíz y a la crianza de gallinas de raza "orpingtón" vulgarmente llamadas coloradas por el matiz de su plumaje.

DON COSME

Todos los días al finalizar sus habituales tareas, este buen hombre, concurría a un boliche cercano en donde siempre jugaba al truco y bebía unos tintos. Por la zona, en la última temporada de aquel verano, acamparon los gitanos a la vera de un camino real. Don Cosme llevado por la curiosidad, muy pronto entabló conversación con dichos personajes, rodeados de mujeres en atávicas vestimentas.

Demás está decir, que el jefe de la tribu valiéndose de tan amistoso proceder, le pidió permiso al Gringo para extraer agua del molino de su establecimiento, afirmando que ninguno de los suyos robaría gallinas, porque ellos no eran ladrones como decía la gente y además valoraban las gauchadas. Don Cosme aceptó lo demandado sin ninguna objeción. En agradecimiento, fue invitado a una boda al estilo Romaní, en dicha comunidad. El día de tan trascendente suceso, Don Cosme, apareció de buen porte en lo mejor del banquete y sus brindis. Él jamás había concurrido a un evento de tan singular alborozo y entre copa y copa, al ver bailar a esas hembras moviendo sus caderas con expresión insinuante, se pescó tal borrachera que, a la hora de partir, los gitanos tuvieron que subirlo a su caballo. El animal en plena madrugada, a paso lento lo acercó a la querencia.

LOS ATARDECERES

Todos los atardeceres aquellas zíngaras, iban a la chacra del gringo en busca de agua. Al ver puertas y ventanas herméticamente cerradas y pensando que el dueño de casa estaría en el boliche, como de costumbre, higienizaban sus voluminosos pechos con el agua fresca de la bomba. Pero éste hombre con sorpresa abierta, las observaba desde las hendiduras de una persiana, que cada vez se agrandaba más. Algunos vecinos le advirtieron que tuviera cuidado con esos vagabundos, ladinos y hábiles rateros, pero Don Cosme aseguraba que alrededor de las carpas sólo había plumas blancas. Continuó esperando día a día desde su refugio a esas enigmáticas mujeres que despertaron sus instintos vitales.

Cuando los gitanos decidieron partir hacia otros horizontes, se despidieron de Don Cosme con efusivos abrazos, deseándole la mejor de las suertes, mientras él ocultaba su tristeza. En la época de la juntada del maíz, con la antigua y dura tarea de recogerlo a mano, el gringo contrató a cosecheros golondrinas para laborar en su campo. Una fría mañana, los changos le pidieron que acudiera al centro del maizal. Ahí, para asombro de todos, había un enorme pozo repleto de plumas coloradas. Los amigos, enterados de aquel peculiar incidente, entre bromas y risotadas, le sugirieron que, en otra oportunidad, en lugar de mirar las lolas de las gitanas, vigilara más a sus gallinas.

Fuente: Según dibujo de Ludlow, publicado en el libro de Lewis Wright "Book of Poultry"
editado por Cassel and Company, de Londres