Orquestas de mi ciudad Salto.

Orquesta Típica Central

Orquesta Juventud

Orquesta Juventud

Década de 1930

Dr. Enrique C. Virto

I

La aparición de estas dos prestigiosas orquestas, al promediar la década de 1930, marco un hito trascendente en la música popular local. El tango, música acunada aproximadamente desde 1880 en el arrabal porteño, había calado hondo en el alma popular, llegando a todos los rincones del país. En Salto, se oían tangos en los primeros años del 900, principalmente a través de las llamadas “vitrolas” o “fonógrafos”, es a partir de 1920, coincidente con la llegada de Anselmo Arrieta, que comienza su ejecución en conjuntos locales de modo no esporádico. Esto sucedía no obstante el rechazo de parte de la población entre otras razones porque uno de los lugares de mayor atracción lo constituían los prostíbulos o casa llamadas “non sanctas” o (“firulis”), tales como los llamados “Farol Colorado”, sito en Av. Circunvalación (hoy Av. España, atrás del nuevo hospital) el de “la Caminos”, frente al Central Argentino, y los del “Barrio Trocha”, regenteados por los polacos Simón Welberg y Felka Erlich, luego al mando de una mujer llamada Sara. No escaseaban las “trifulcas”. Estas, y la condición social de buena parte de la gente que allí se congregaba, fue en verdad retardo que en esta música llegara a los clubes sociales más prestigiosos. Los bailes en el patio de la Fonda de Bertetti, los “bailes de Rocha”, los del parque Adolfo Alsina, y en el teatro Roma, son los primeros que se hacen en el “centro” al compás del 2x4.

Orquesta Juventud


Estos integrantes iluminaron en la decada del '40 la música de Salto. Parados de izq. a der. Manuel Novillo, Agustín Gibelli, Mario "Tito" Jaime, Jorge Peyrano (violín), Omar Bustos, Julio Dulci (cantor) y Haroldo Candi (contrabajo). Sentados: Julio Novillo (batería), Luis "Cholo" Balmaceda, Reynaldo Di Batista y Rodolfo Candi (bandoneones) y Delia Dalisón (piano).

II

Las orquestas que nos ocupan (además de otros conjuntos), dieron al tango un impulso inusitado, produciendo su introducción y arraigo definitivo en todos los ls lugares pueblerinos, estaciones ferrocarrileras y otros parajes del partido. Ellas hicieron que el incipiente movimiento tanguero inicial se ampliara, el tango conquisto asi el centro del escenario musical de Salto, hasta entonces en franca competencia especialmente con las músicas de las colectividades. Es evidente que el arraigo en Salto se produjo a consecuencia de la popularidad alcanzada por esta danza en Buenos Aires, tanto mediante su difusión a través del teatro, del cine aun en pañales, y sobre todo de la radio, como asimismo por el éxito de orquestas porteñas, y de cantantes de la talla de Gardel, Magaldi y Corsini, Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Mercedes Simone, etc., y las giras que realizaban por el interior del país, y la trascendencia internacional lograda. Sin embargo, no es menos cierto que las atracciones permanentes de las orquestas locales realizaron una contribución muy importante, puesto que también lograron amalgamar esta música nacional con el pueble, se produjo un fenómeno social inédito, difícil de repetir. Desde entonces, orquestas, bailarines y público en general se convirtieron en protagonistas esenciales de que una música nacional tuviera vigencia auténticamente popular es decir no circunscripta a una clase social o a un grupo minoritario. Es de hacer notar que el arraigo del tango coincidió con otro fenómeno social, el futbol que por aquellos años llegaba fuerte esperando la emoción de la gente. Tango y futbol expresaban la peculiaridad de nuestro pueblo. Dijimos que no solo en el pueble de Salto se propagaba esta danza, sino que también en estaciones ferrocarrileras y otros parajes. Los bailes se hicieron continuamente, atrayendo a los campesinos de los alrededores, los cuales para dichos eventos cambiaban sus prendas de trabajo diario por trajes y lustrosos zapatos, obtenidos especialmente con el producto de las “juntadas de maíz”. Es que la introducción del tango en el ámbito rural fue consecuencia del crecimiento económico de la actividad agropecuaria. Hasta el peón de campo, descendiente del gaucho autentico que había desaparecido, concurría a los bailes atrapado por los sones y la danza del tango. Se relegaba asi a las danzas nativas, ya casi sin vigencia, salvo en fiestas patrias.

III

Los jóvenes integrantes de las orquestas surgidas en “la década del 30” eran en su mayoría descendientes de inmigrantes, pero ya estaban acriollados. Sintieron a la música de moda, el tango, aunque con una particularidad de gran significación, que ella era nacional y popular. Los colectivos o los ferrocarriles transportaban a los músicos casi todos los fines de semana a las estaciones, uy cuando los bailes eran a la noche, regresaban a las cuatro o cinco de la mañana. En el pueblo los bailes terminaban a las dos y media o tres de la mañana, y en carnavales a las cuatro o cinco. Cobraran muy bien, $12 a $15 fuertes por baile, y en carnavales el doble. Por eso lucían elegantes trajes, confeccionados a medida por las sastrerías de más renombre. En cuanto al estilo interpretativo, las orquestas no habían alcanzado vuelo con arreglos que exigieran en general del piano algo más que la marcación rítmica, ni de los violines y bandoneones un brillo individual que, por otra parte, no tantos estaban en condiciones de asumir.


"Jazz Juventud". Abajo de izq. a der.: Agustín Gibelli, Pedro Mucci, Omar bustos, Mario Jaime, Helver Ciafardini y Rodolfo Zapillón. Arriba: Luis Patit, Julio Novillo, Luis Balmaceda, Manuel Novillo y Gloria Devesa.

Fotografía original




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