Uno de los lugares tradicionales de Salto en los que más se practicó futbol de aficionados, o más precisamente, futbol entre amigos, fue sin lugar a dudas el Club Náutico.
Todos los sábados y, muchas veces, también los domingos, durante las décadas de 1960, 1970 y 1980, coincidentes con la época de mayor esplendor del Club, se realizaban partidos en los que se mezclaban jugadores de primera división de Compañía, Sports, Defensores y CUSA con otros que tenían más voluntad que talento para pegarle a la pelota.
En los primeros años la organización de estos partidos era bastante caótica. Se juntaban en la cancha y dos de los jugadores con más renombre o antigüedad elegían los equipos que muchas veces tenían trece o catorce integrantes cada uno. Aquel que llegaba tarde y no tenía la suficiente personalidad como para imponer su deseo de jugar, quedaba afuera. Luego empezaba el partido que no tenía un horario seguro de finalización, sino que el mismo terminaba cuando ya era casi de noche, si antes no se interrumpía abruptamente por alguna pelea o discusión.
Con el correr de los años se fue mejorando la organización de los partidos. En primer lugar, y como consecuencia de la construcción de las canchas de tenis primero y la pileta después, se cambió la orientación de la cancha. Los arcos ya no estaban, uno sobre el camino y el otro sobre las mesas, además se colocó el alambrado perimetral, se marcó mejor la cancha, y con la llegada del casero, el inefable “Don Benavidez” comenzó la obligación de registrarse previamente en un cuaderno para que el partido sea de veintidós jugadores y jueguen los primeros en llegar.
Esta obligación de registrarse para poder jugar el partido provocó un cambio en los hábitos de muchos de los jugadores, ya que derivó en la exageración de que debían ir a registrarse a las 7 de la mañana para estar entre los veintidós. Esto obligó a algunos a levantarse los sábados a esa hora, y a otros a prolongar la noche del viernes y luego de anotarse, ir a dormir.
También, Don Benavidez era el encargado de controlar el tiempo, y desde su casa, hacía sonar un silbato indicando que ya era la hora de finalizar.
Además, la Comisión Directiva, empezó a aplicar suspensiones a los que no tenían una conducta apropiada acorde con una Entidad Social. Esto produjo algunas situaciones graciosas como la suspensión aplicada a aquel veterano jugador de muchos años del Náutico, que al no tener nada que hacer los sábados a la tarde, llegaba con su auto y estacionaba del lado de afuera contra el alambrado y veía el partido. O en otra oportunidad en la que en medio del partido se armó una discusión entre dos jugadores de Defensores que decidieron, de común acuerdo, pelearse enfrente, al lado de la vía, en la entrada al Rincón para evitar la suspensión.
Con el paso de los años y al mismo tiempo que el Club disminuía su actividad social, también fue mermando la cantidad de participantes, hasta que, en algún momento, llegó el final para estos tradicionales y, muchas veces, memorables partidos de los sábados en el Náutico.
Hacia fines de la década del 80 se armó otro grupo de jugadores que jugaban los sábados al mediodía, antes del tradicional partido de la tarde. Era el grupo de los “Profesores”, formado, precisamente, por algunos profesores y otros integrantes de las escuelas San Martín y Técnica, que continuaron jugando en el Náutico, aún después de la desaparición del otro grupo y hasta cuando casi no había actividad en sus instalaciones.
Hasta aquí el recuerdo para este Club, tradicional espacio del fútbol amateur de Salto y para sus jugadores, a los que, deliberadamente, no quisimos nombrar, sean los que al mismo tiempo, brillaban en el fútbol de primera división de Salto, o aquellos jugadores “puros” del Náutico. Pero sí entregamos las imágenes siguientes, de distintos años, en donde se podrán reconocer a la mayoría de ellos.
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