Paraje del Salto - Parte II

"Así al decir del Jesuita, hijo de Salto, Lucio Lapalma: "Se hizo el Salto de ayer, el Salto de hoy, el Salto de las magníficas realidades y nosotros nos iremos y vendrán nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos que continuarán elaborando el Salto de las grandes realidades. Que así sea".


"El fuerte fue levantado en el cruce de lo que es hoy la calle 25 de Mayo, Alvear y Bs. Aires, la Capilla donde hoy se encuentra parte de la Municipalidad y el Banco de la Provincia de Buenos Aires."

1762, La más poblada de la frontera.




En 1762 la población llegaba a 216 personas incluidos algunos indios bautizados, en 1796 ya cuenta con 493 habitantes sin incluir a los Blandengues, los criados, peones y hombres solteros y se cita como la más poblada de la frontera. Como dato importante de sus primeros censos digamos que en 1815 se estima en 1.000 personas su población.

El primitivo fuerte construido a orillas del Río y su horqueta con el arroyo Saladillo Chico en 1770, según inventario de armamentos contaba con lo siguiente: un cañón sin cureña de a 4, ocho carabinas, cinco fusiles, cinco pistolas y veinte sables y nada más. Es visitado en 1774 por el Teniente Coronel Francisco Betbeze de Ducos, quien encomendado por el Virrey Vertiz efectúa una inspección de la línea de frontera y en 1796 lo visita en su viaje por los fuertes de la frontera Felix de Azara, quien recomienda el traslado del fuerte a una zona más alta ya que donde esta queda expuesto a las continuas inundaciones en épocas de lluvias.

No sabemos exactamente la fecha de su traslado pero ya en 1798 queda ubicado en una de las tres lomas existentes en esta llanura.

El fuerte fue levantado en el cruce de lo que es hoy la calle 25 de Mayo, Alvear y Bs. Aires, la Capilla donde hoy se encuentra parte de la Municipalidad y el Banco de la Provincia de Buenos Aires.

La primitiva Capilla fue construida en el viejo fortín por el año 1757, en 1762 se encontraba al frente de la misma Fray Pantalón Guzmán, dependiendo de la Parroquia de Arrecifes.

En 1798 se la convierte en viceparroquia, estando al frente el Padre Mariano Gómez, sigue perteneciendo a Arrecifes y su Patrono el mismo de la Guardia "San Antonio del Salto".

En ese mismo año se produce el primer entierro en el Campo Santo, siendo el de la esclava María Petrona, parda de la casa de María Paula Rivera.

Recién en 1825 nuestra viceparroquia se erige como Parroquia, ya con el nombre de Parroquia San Pablo del Salto, su primer párroco fue el presbítero Manuel Cabral y el decreto que así lo determinó lleva la firma de Gervasio Antonio Posadas.

En 1806 luego de la reconquista de Buenos Aires, el capitán ingles Alejandro Gillispie es mantenido un tiempo en calidad de prisionero en Salto. Al quedar libre y volver a Inglaterra escribió un interesante libro titulado “Buenos Aires y el Interior”, donde entre otros datos detalla su estadía en Salto, haciendo comentarios sobre la vida, los peces que se pescaban en el río y en un párrafo dice que las casas son blanqueadas por el sol y todas están construidas en cuadras, con jardincitos por delante y que en lados opuestos de una de esas cuadras se hallaba la Iglesia y el Fuerte, la primera sencilla y el último mucho mas grande que el de Areco.

Dada la situación en la frontera era un lugar que frecuentemente se usaba para “desterrar” enemigos políticos, así es que en 1811 son confinados a Salto Bernardino Rivadavia y Martín de Alzaga.

En julio de 1815 se realizan elecciones para electores al Congreso de Tucumán, siendo elegidos los vecinos de probidad, Don Martín Juan Quiroga. Pedro Linares y Julián Linares, los jueces del sufragio fueron el Capitán de Cívicos Don Mariano de la Fuente, Don Toribio Lima y el Dr. Mariano Andrade.

En 1816 es cuando realmente pasa a ser Partido, ya que se nombra el primer alcalde de hermandad, recayendo en la persona de Don Teodoro Umeneta. Conviene aclarar que la palabra partido significaba la jurisdicción donde tenía autoridad el alcalde, que a su vez era el que se entendía en lo atinente a delitos comunes.

La página más triste de Salto se escribe en 1820, el 3 de diciembre el General Chileno José Miguel Carreras que se había aliado con los indios del cacique Yanquetruz inician una serie de atropellos en varias poblaciones, la primera fue Salto con un saldo sumamente trágico, no se respetó absolutamente nada, se sacrificaron a los hombres, cautivaron a mujeres y niños, violaron a las doncellas, saquearon todo hasta la Iglesia de la que se llevaron los copones y las imágenes de los santos. En definitiva todo fue quemado y destrozado.
Algunos hombres pudieron ocultarse en la barranca del río y vieron con impotencia lo que ocurría.
Cuando pudieron corrieron al fortín de Areco donde dieron la noticia y de allí a Buenos Aires, donde Martín Rodríguez formó una fuerza que salió a perseguir a esta horda pero fue infructuosa la búsqueda.

Salto sé rehízo y es interesante transcribir lo que dice en 1826 el agrimensor Fortunato Lemoine al ser designado por el Instituto Topográfico para efectuar mensuras en terrenos de Salto. :

"El pueblo o guardia del Salto está situado en la banda meridional y como a mil quinientas varas de uno de los mayores ríos de la provincia, que tiene su origen, entre otros, principalmente los arroyos de Rojas y Dulce, que unen como cuatro y media leguas al oeste del pueblo y lo forman tomando desde este punto el nombre de Río Salto, que luego se cambia en Arrecifes.
Desde la unión de estos dos arroyos su curso es por lo general del Noroeste al Sudeste y va formando grandes ensenadas o recodos de una y otra banda, hasta llegar a reunirse con un arroyo que también corre bastante inmediato al pueblo y es conocido por el Saladillo Chico, para diferenciarlo del Saladillo Grande que está más al nordeste de éste y se reúne como a legua y cuarto al Río del Salto, en el lugar, pues, es que como se ha dicho se junta al río el saladillo, cambia de dirección el río tomando la de este arroyo que en su mayor parte corre Sur-Norte y se puede decir que desde aquí va al Este-Nordeste, este río que forma ha dado, según unos, el nombre de Salto a estos parajes, suponiendo el río hace un salto, lo que es distinto a lo que generalmente se conoce por salto de los ríos, y que no podría tener lugar en esta campaña, donde todos son oteros sin sierras ni piedras.

Otros aseguran que en este lugar era tan angosto el cajón del río que se podría saltar con mucha facilidad de una banda a la otra, y con efecto ahora mismo es el punto más estrecho, pero sin embargo no podría saltar ni el mismo Alvarado.
El río es por todas partes barrancoso, por algunas partes sus barrancas tienen hasta cinco o seis varas de elevación y no por todas ofrecen bajadas romadas ni fáciles. Lleva bastante agua, que en tiempo de crecer lo hace muy peligroso, corre por una tosca muy dura, que extraída se deja tallar y dar la forma que quiera, pero luego de haber estado un tiempo a la intemperie adquiere tal consistencia que puede disputársela a la mejor piedra de cantera.
De este material están construidas varias casas antiguas del Salto y principalmente el Templo y el Fuerte, teniendo esta última columna de una pieza en su portada, aunque todo de muy mal gusto y proporciones que les quitan todo el mérito que habrían podido tener.

El trazo de las calles del Salto es como en la mayor parte de los pueblos de campaña, norte-sud y este-oeste de la aguja, con la desventaja que son tan angostas y en las que si se pusieran no podrían pasar dos carretas, es demasiado dificultoso su tránsito; las manzanas son cuadradas de ochenta varas de lado divididas en cuatro suertes de solares, aunque todo de muy irregular trazado, como no es extraño habiendo estado encomendada su dirección a la casualidad y hombres demasiados rústicos.

No obstante es uno de los mejores pueblos de nuestra campaña que promete un adelantamiento más rápido y con una potencia decidida.

Los campos que lo rodean son los mejores y los que ofrecen más ventajas para la cría de ganado, así por dar buenos pastos por como por las aguadas de su río que nunca faltan.

Hacia la parte del sudoeste son por l o general muy doblados no tanto por las demás direcciones, las costas del río y de los dos arroyos saladillos son los puntos preferibles para la mucha gramilla y cebadilla que se encuentra en ellas.

Pero alejándose ya como una legua y media principia el esparto y demás pastos fuertes con la total falta de agua, se observa además que toda la costa o margen derecha del río es abundante en buenos pastos y que luego que se pasa a la otra banda se encuentran inmensos abrojales, el suelo muy cribado y principian también los cardos que forman un todo con lo que inundan casi toda la campaña al norte".

Por lo que podemos apreciar que a pesar de hacer tan poco tiempo del desastre y desolación en que había quedado luego del ataque salvaje llevado a cabo por Carreras y Yanquetruz ya iniciaba una nueva etapa de progreso.

Al suprimirse los Cabildos en 1821, siendo suplantados por los jueces de Paz, en Salto es designado con tal cargo Don Juan Francisco Ulloa.

A partir de 1826, donde ya está en pleno funcionamiento la Ley de enfiteusis, se inician los repartos de las tierras, y acá se da el caso que la mayoría de los ocupantes hasta ese momento venden sus derechos y en algunos casos son despojados de los mismos.

Uno de los mayores terratenientes fue Don Luis Dorrego que llego a poseer en el Partido de Salto 37.000 hectáreas y en el Partido de Rojas más de 19.000 hectáreas.

En Salto había fundado la estancia Las Saladas y en Rojas La Vigía.

Cuando su hermano Don Manuel Dorrego es derrocado por Lavalle de la Gobernación de Buenos Aires, busca refugio en Las Saladas y allí es precisamente en el puesto El Clavo, donde fue tomado prisionero por los comandantes Escribano y Acha, para ser fusilado en Navarro.

Otros terratenientes fueron Diego Barrutti, Crisol y Lezica, Ildefonso Ayrala, David y Carlos Lanata, General Ángel Pacheco, Ángel Fernández Blanco, etc...

Todos estos campos fueron dedicados intensivamente a la cría de ganados ovinos y más adelante con la compra de algunos de ellos por irlandeses, que en gran cantidad se instalaron en la zona, tomando auge la cría de lanares, para ello es hacer notar que se había iniciado la etapa del alambrado, la primer noticia en Salto de campos alambrados es de 1878, lo que dio también un gran impulso a la agricultura, limitada hasta ese entonces a algunas chacras del ejido del pueblo.

Luego de la caída del gobierno de Rosas, en 1854 se crean las Municipalidades de Campaña en la Provincia de Buenos Aires, en Salto se efectúa la elección en 1855 donde son elegidos para titulares los señores José Ameralle, Manuel Marull, Juan Rodríguez y José Sierra y suplentes los señores Exequiel Ruiz y José González, siendo el señor Juez de Paz el presidente de la Corporación, entre otros podemos citar como presidentes de las corporaciones a los señores Evaristo Grigera, Diego López, Vicente Fernández Blanco, Máximo Díaz Herrera, Jacinto Fuentes, David Lanata, Juan J. Vedoya, Juan G. Berdier, Benito Crisol, Juan A. Sierra, Narciso Agote, Juan J. Isleño, Julio Pacheco, Nicolás Gallego, Juan B. Español, etc.

Cuando en 1886 se dicta la ley por la que se separan los poderes Ejecutivos y Legislativos, dando lugar a la creación del cargo de Intendente y los Concejos Deliberantes, Salto tiene allí a su primer Intendente en la persona del señor Julio Sierra, citamos entre otros a los señores:
Juan P. Isleño, Juan B. Español, Adrián Mariño, Juan J. Massa, Guillermo Ham, José Sommariva, Federico Palmeiro, Alejandro Sierra, Arturo Masey, Carlos V. Palacios, Vicente Pelliza, Francisco Ponce de León, Juan Iturriaga, Juan Z. Zerrillo, Agustín Avalos, Antonio A. Montes, Domingo De Paola, Antonio S. Belmartino, Pedro Estrugamou, Jose Vázquez Saavedra, José P. Macchioli, Luis J. Estevarena, Francisco Latrubesse, Juan C. Salaverry, Santiago Smith, Americio Cola, Alejandro S. Lasciar, Juan A. Brogliatti, Victorio M. Migliaro, Atilio Pontiliano, Roberto J. Alberti, Desiderio Bonfiglio, Heriberto Desimone, Hector Noli, Doroteo Gómez, Héctor Carusso, Faustino Ortelli, Gumercindo Roldan, Osmar Lalla, Juan Pérez Asorey, Francisco Dirolli, Gustavo Menéndez, Victorio C. Migliaro y Ricardo Alessandro, este último reelecto en 1999.

Nos retrotraemos otra vez al año 1856, en ese año se inaugura en Salto un Molino a Cilindros, hidráulico, construido por don David Lanata en las cercanías del desagüe del Saladillo Chico en el Río Salto, para la época una impresionante construcción, con sus tajamares y compuertas sobre el mismo río, cuenta la historia que de este molino salieron las primeras barricas de harina que se exportaron durante el Gobierno de Sarmiento, luego paso a poder de los hermanos Eugenio y Mario Ravenna quienes más tarde lo vendieron a Don David Biglieri, siendo aún éste el dueño cuando un 5 de Abril de 1931 se incendió destruyéndose totalmente, hoy podemos apreciar muy poco de sus ruinas.




Imprimir


 

Google +

Tumblr

Muro de Fe

Muro de Fe | Pancho Sierra